REVIEW. Una Giulietta que enamora.

Por. Debora Galun

Como parte del ciclo Italia XXI, una propuesta del Teatro Coliseo en colaboración con el Ministerio de Bienes Culturales de Italia, el Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires y la Embajada de Italia en Argentina, se presentó el pasado viernes 29 y sábado 30 Giulietta e Romeo en versión neoclásica por el Balletto di Roma.

Siempre la presentación de un clásico es un desafío, ¿Cómo enamorar con una historia que seguramente ya ha sido vista una y otra vez? ¿Cómo seducir al público con nuevas miradas? Parece que el coreógrafo Fabrizio Monteverde ha tomado de frente este desafío logrando impulsar una aggiornada puesta que se destaca, principalmente, por su gran carácter.

Desde el inicio la aparición de la Señora Montesco en sillas de ruedas ya nos introduce la audaz mirada del coreógrafo sobre esta historia. La fortaleza de los personajes femeninos es sin duda el hilo conductor de esta propuesta, aspecto que nos había sido anticipado en el título al invertir los nombres de los personajes.

Sin duda Giulietta (interpretada por la talentosa Azzurra Schena) se destaca tanto en el título como en el escenario, con una expresividad que conmueve y contagia el sinfín de sentimientos propios de una obra de esta envergadura. “Giulietta es el verdadero motor de la trama. Creo que las mujeres son esto: causa y efecto. Los hombres se enamoran; las mujeres eligen si hacerlo o no”, sostiene Monteverde.

La música de Prokofiev conduce el viaje entre los sinuosos caminos que una y otra vez llevan del cálido romance a la cruda violencia entre Montescos y Capuletos. Con detalles cuidados, una sorpresiva escenografía y una enérgica coreografía la compañía romana integrada por doce bailares, se entrega con intensidad en el escenario del Teatro Coliseo.

Llega el segundo acto y la apuesta se redobla, las pasiones se intensifican y la expresividad se acentúa, logrando introducir al público en las profundidades del drama siempre vivo de William Shakespeare.

Las luces se encienden y los aplausos se prolongan en un intento de devolver a los artistas esa apasionada entrega que acaban de saborear. Una vez más la magia de la bella Italia se ha desplegado con total maestría sobre suelo porteño.

PH. Enrico Fantoni

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