REVIEW. La Orquesta Sinfónica Joven y el Requiem de Mozart

Ciclo Cultural 2018

Concierto de la ORQUESTA SINFONICA JOVEN
Requiem en Re menor K.626 – Mozart

Réquiem: m. (del latín Requiem, “descanso”) Oración que se reza en memoria de un difunto

Cuenta la historia, que una noche de junio de 1791, un desconocido vestido íntegramente de negro (máscara incluida) se presentó ante la puerta de Mozart, y sin revelar su identidad, le encargó la composición de un réquiem. Le adelantó parte del pago y le dio un mes para finalizarlo.

Las leyendas que surgen a partir de este primer encuentro son interminables, pero mi favorita, es la que cuenta que Mozart, obsesionado con la muerte -y volcado hacia lo sobrenatural desde su vinculación con la masonería- terminó convenciéndose de que el réquiem que estaba componiendo, marcaría el fin de su vida, y sería interpretado en su propio funeral.

Mientras componía, Mozart cayó preso de una extraña enfermedad que le causó la muerte, habiendo completado solo dos tercios del réquiem que, efectivamente, se interpretaría en la misa en su honor. La profecía se había cumplido: mientras agonizaba, Mozart compuso su propio réquiem.

En la película “Amadeus” (1984 –  8 premios Oscar) el enmascarado es Salieri,
músico rival de Mozart, quién años más tarde y ya senil, confesaría haber
envenenado a Mozart.
La obra, a pedido del propio Mozart antes de morir, fue terminada por uno de sus alumnos.
¿Por qué les cuento esta historia? En primer lugar, porque me parece interesante, y segundo, porque saberla –a grandes rasgos al menos- enriquece la experiencia de escucharla en vivo.

El pasado viernes 4 de mayo, en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y de forma totalmente gratuita, la Orquesta Sinfónica Joven, junto al Coro Preto Vocal y el Coro Vox Animae, deleitaron a los más de 300 espectadores presentes con una exquisita interpretación del Réquiem.
No es sencillo abordar la obra póstuma de Mozart, no solo por la complejidad técnica que ello acarrea, sino también por la carga emocional que esta contiene. Pero hacerlo con 80 músicos jóvenes en escena (incluyendo dos grupos de coristas, violines, violas, violoncellos, contrabajos, flautas, clarinetes, trompetas y trombones, entre otros) no es cosa de todos los días. Podría hacer menciones aparte sobre el cuarteto solista, o el control de los ataques y climas del experimentado director Roberto Luvini, pero me parece injusto intentar poner en palabras una experiencia que hay que presenciar en persona. Solamente voy a frenar en un detalle que a mí entender, no es menor: Estos son músicos que en su mayoría –arriesgo un 70%- no viven de la música. Es decir, personas que después de trabajar o estudiar (o ambas cosas) dedican gran parte de su tiempo libre en ensayar y perfeccionarse en su instrumento.
Y esa pasión, se escucha.

Apenas finalizada la presentación, no pude hacer más que preguntarme: ¿por qué no tienen más difusión estos eventos?”. La ubicación, día y horarios eran ideales para que cualquiera que trabaje en el centro porteño –entre quienes me incluyo- pueda llegar caminando, disfrutar de una hermosa obra de música clásica, y salir a tiempo como para volver a casa a cenar, o ir a tomar una cerveza a cualquiera de los pubs clásicos de la zona.
Me gustaría mucho volver a escuchar a la Orquesta Sinfónica Joven, y a los coros Preto Vocal y Vox Animae. Y de ser posible, en un marco que no tenga las limitaciones sonoras de la Bolsa de Comercio.

Desde mi humilde lugar, solo me resta recomendarles a los amantes de este estilo de música, no perderse la próxima presentación, interpretarán Te Deum de Antonín Dvořák.
Próximo 30 de junio, en Sarmiento 299, CABA, a partir de las 19hs.

Por. Diego Solís

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