La muestra, Luogo e Segni (Lugar y Signos) introduce al espectador en una mágica doble temporalidad. Lo contemporáneo coexiste cómodamente con lo clásico. Se potencia. Treinta y seis artistas nos presentan más de 100 obras. Estas obras se basan libremente en los trabajos de la artista y poeta Etel Adnam, explorando temas relacionados con la Naturaleza: la luz y la oscuridad, el viento y el mar, los sonidos y las fragancias. La memoria de lugares es otro de los temas que prevalecen en Luogo e Segni. Memoria visual, auditiva, olfativa, táctil, musical.

Recorro esos enormes espacios, activa, pero receptivamente, buscando lo que me conmueva.

Al comenzar el recorrido, se nos presenta la poderosa cortina roja del artista Félix González-Torres (Sin Título (Sangre)). Es fuerte atravesar la cortina de sangre. Miles de pelotitas plásticas rojas y blancas, representando las células. Entre la abstracción y la autobiografía. El SIDA era un tema fundamental en su obra, enfermedad que terminó con su vida en 1996.

Con ansiedad casi infantil sigo recorriendo esos grandes ambientes de ladrillo a la vista. Todo muy estético. La vista desde las ventanas, la arquitectura y los canales de Venecia, los gondoleros. Mágico.

Me impacta la obra de Nina Canell, Days of Inertia (Días de Inercia). Una serie de piezas de cerámica, con formas irregulares, y cubiertas de agua hasta los bordes, desparramada en una gran sala. Delicada y misteriosa. Transmite fragilidad y poesía.

Paso enfrente de L’Accademia, y decido dejar esa visita para el final, primero ir al Museo de Peggy Guggenheim, unos kilómetros más alejado. En el trayecto, paso frente al Palazzo Cini, y me encuentro con una fantástica sorpresa: la muestra de uno de mis pintores contemporáneos preferidos, Adrian Ghenie. Ghenie es un joven pintor rumano residente en Berlín, presenta su muestra La Batalla entre el Carnaval y el Banquete, inspirada en la obra de Brueghel El Combate entre don Carnaval y doña Cuaresma. En el Palazzo Cini. Son diez nuevas obras que despliegan el estilo expresivo, en parte abstracto, de Ghenie, junto con la colección de obras de arte florentinas del Palazzo. Ghenie utiliza fundamentalmente espátulas y stencils. Pinta retratos de figuras del siglo 20 y contemporáneas , que aparecen borroneadas, recortadas, gastadas y salpicadas. Se lo ha comparado con un actual Francis Bacon. Ghenie pinta cuerpos en constante desintegración, y vuelta a integrarse.

Camino de vuelta hacia el puente del L’Accademia. La venerable Galleria dell’Accademia, me sorprende con una muestra muy especial. La primera exposición individual de un artista vivo: nada menos que una retrospectiva de Georg Baselitz. Esta fantástica muestra recorre sesenta años de pinturas, dibujos, grabados y esculturas. Hay incluso dos obras monumentales creadas especialmente para esta exposición. Seis décadas de obras, hasta la actualidad, curada por Kosme de Barañao.

Baselitz es más conocido por sus pinturas invertidas. Significa una interesante alteración en esta galería clásica de viejos maestros. Neo Expresionista, rechazó la abstracción total, manteniendo una cierta figuración. Su estilo es crudo, a veces primitivo, la figura distorsionada. La paleta saturada para trasmitir mayor emoción.

 

Arrival, esta obra monumental, fue creada por Baselitz especialmente para esta exposición, en 2018, a los 80 años.

Las callecitas de Venecia no dejan de sorprenderme. Volviendo al hotel después de un día más que pleno, me encuentro con las esculturas, y collages de Manolo Valdés, en la Galería Contini. La obra de Manolo Valdés tiene una reminiscencia de los grandes clásicos, que le sirven de disparador de sus experiencias estéticas. Goya, Velázquez, el Greco y otros son su inspiración, cosa que no oculta, sino que muchas veces destaca en los títulos de sus obras. Su obra, en general retratos o figuras humanas, se caracteriza por la textura, real o visual, la materia, la luz y el color. En Contini presenta esculturas y pinturas de tamaños grandes o medianos, pero su reflexión sobre la materia y el espacio lo lleva muchas veces a la creación de obras de tamaño monumental.

En la galería me encuentro también con la refinada escultura del Atchugarri. The Movement of Light. Esculturas de diversos tamaños y materiales presenta el escultor uruguayo. Piezas dinámicas, de fuerte impacto visual. Luminosas, armoniosas y muy bellas.

Quiero terminar mi selección, con las obras de Jean Dubuffet en el Palazzo Franchetti. Podemos ver desplegadas en grandes salones sus tres series más importantes: Celebración del Sol, Hourloupe y Mires. El color es vibrante, fuerte. Las líneas fluidas. Su audaz obra salió de los límites impuestos para experimentar con una pintura más emocional y psicológica. La escultura en el jardín, ese contraste entre las formas geométricas y colores primarios de Dubuffet, con la arquitectura y el paisaje veneciano, es sin duda una imagen para recordar.

 

Mi visita a Venecia fue una maravillosa inmersión en el arte clásico y, simultáneamente, en el arte contemporáneo. Estas dos expresiones del Arte no solo conviven armoniosamente, sino que se potencian. Cambian los temas, cambian las técnicas. La emoción es la misma.