Por: René González-Medina
(Corresponsal Colombia)
Callada, silenciosa, esta hija de los llanos orientales de Colombia (Villavicencio, Meta), con su estilo metódico pero eficaz, ha legado a la literatura nacional de su país y a la hispanoamericana que desde joven la desvela, una novela producto de su interés por narrar y divulgar -en este género- la saga de los Nukak, pueblo nativo que de ser considerado “Los últimos nómadas del planeta” en 1988 cuando “desnudos, asustados y hermosos” irrumpieron en una población del sur del departamento de Guaviare pasaron, casi treinta años después, a ser declarados de manera oficial “como un pueblo en vía de extinción”.
TODO ENTRA POR LOS OJOS
La edición de “Gente que Camina”, la novela de esta poeta de cabello corto y andar de hormiga que es Mariela Zuluaga García, impacta -primero- por su presentación. El concepto de su diagramación, proclive a la luz en sus páginas, goza del mérito de estar libre de elementos innecesarios. Pulcra, aireada, generosa en valores estéticos, la obra diseñada por Carlos Martín Riaño (profesor de la Universidad Nacional de Colombia) e ilustrada por Carlos Riaño y Lina María Ángel, viene en un empaque digno del más valioso regalo. Dentro de una caja y producido en tapa dura, el libro hecho novela que como valor agregado trae una nota periodística de la propia autora acerca de la historia del pueblo que al atravesarse en su destino lo hizo para sumarla a lo particular de su causa, es toda una obra de artesanía manual. Como el espacio de la obra es real las referencias cartográficas y el dibujo final de los mapas que ilustran la historia en las guardas anteriores y posteriores de la hermosa edición de Orbis Traducciones, firma responsable de acometer su publicación, les fueron encargadas a los expertos Edwin Tobón González, Pablo Hernández y al propio Carlos Martín Riaño. Dirigiendo todo el proyecto estuvo siempre la Gerente Editorial, Jeannette Insignares M. y como la novela requirió de corrección ortotipográfica y de Asesoría en la lengua natural de los “Últimos nómadas del planeta”, este aporte -principal por la enorme significación que para el trabajo de Mariela y para la historia misma representaba- fue adelantado, como bien se puede leer en la ficha técnica de la edición, por Constanza Malavert (el primero) y por Luis Eduardo Trujillo, Elizabeth Larrota, José Andrés Jiménez, Jesús Antonio Rojas y Ligia Patricia Figueroa, Misioneros de la Iglesia Cristiana Nuevos Horizontes. El trabajo final, el de la impresión, corrió de cuenta de Escala S.A.
DE LA PORTADA
El formato de la obra, apaisado (más ancho que alto), es sencillo en la rusticidad que lo exalta: escrito a mano y en lengua nativa del pueblo Nukak, el título de la novela, Biita Kawéni i chajyú bejnit. Traducción: “Gente que camina”. Más abajo y corrido hacia el lado izquierdo, una figura redonda, un círculo cruzado por unas líneas horizontales, oblicuas y verticales, que muy bien pueden simbolizar una cabeza humana. De hecho, de forma poética, el apéndice “Cambio de Rutas” de Mariela Zuluaga García, así lo explica: “Primero, raspó el pelo de su cabeza hasta dejar bien despejada la frente. Después se afeitó las cejas y todo rastro de vello facial. Con una varita que funcionó como pincel y, utilizando saliva para hacer más suave la mezcla, trazó dos líneas horizontales un poco gruesas, una a la altura de las orejas atravesando los pómulos por debajo de la nariz; la otra, en la frente, de sien a sien. En seguida trazó una línea vertical, también gruesa, desde la mitad de la frente hasta la punta de la nariz. Después comenzó a rellenar con elaborados trazos verticales paralelos a todo el espacio que había delimitado con las rayas más gruesas. El resultado fue una especie de malla roja, que encubría la frente y los ojos”.
El sujeto del párrafo anterior es Jeenbúda, protagonista de “Gente que camina”, la historia de la poeta de Villavicencio que en la contratapa del libro consigna la apreciación de Andrés Elías Flórez Brum, como Mariela también escritor y -como ella- también colombiano: “De esas cosas bellas y tristes, de todo lo que se pierde sin que lo sepamos, de lo que se ahoga sin saber su existencia, la historia de esta gente hermana de tierra que ha vivido tan cerca y tan distante de nosotros…y que le hemos pisado sus pasos y sus huellas para desaparecerlos al llevarles la barbarie y crueldad del hombre blanco (los otros), cuenta esta excelente novela, de la escritora Mariela Zuluaga, que nos dirá por mucho tiempo que existieron los Nükaák”.
CAMBIO DE RUTAS
El lector recibe toda la ayuda por parte de la autora y de Orbis Traducciones, la firma editora, para que tenga una mejor comprensión de la novela. Lo ubica, lo traslada con fechas y nombres propios, al tiempo y el espacio de los Nukak. El cuadernillo, bautizado por Zuluaga García “Cambio de rutas”, es un informe periodístico amplio, didáctico, acerca de la gran verdad del pueblo que al ser señalado para la historia mundial como “Los últimos nómadas del planeta” por ese hecho fueron objeto de “investigaciones y estudios académicos muy serios; decretos, autos, disposiciones gubernamentales e informes técnicos, especulaciones fantásticas, artículos sensacionalistas, comentarios superficiales, noticias repetidas y hasta novelas y cuentos hacen parte de la extensa bibliografía sobre el tema” -escribió Mariela, consciente del morboso interés suscitado en las comunidades nacional e internacional por los Nukak, investigación que -a su parecer- “ha permitido despejar muchas dudas sobre su manera de vivir y hasta idealizar su cultura al confrontarla con la propia. Pero” -la escritora toma aire para hacer un paréntesis- la mayoría de los acontecimientos relatados, incluidas las hazañas propias de la colonización que ha imperado en la Amazonía y la Orinoquía colombianas, las acciones de fuerza derivadas de un conflicto político trasladado a la selva y hasta las acciones bien intencionadas del gobierno y de algunos particulares, han generado una paradoja que diluye su fascinación: los Nukak ya no pueden caminar o, en el mejor de los casos, ‘siguen caminando, pero poquito’, como lo dicen ellos mismos”.
En solo 25 años, relata la cronista, a los Nukak les cambió la vida de forma ostensible. Desde el momento en que un pequeño grupo de ellos tuvo contacto directo con la civilización (año 1988) en el municipio de Calamar localizado al sur del Guaviare, desde allí hace el énfasis Mariela, el mundo conoció de su existencia. Y al saberlo, desde entonces, entre curioso y asombrado el mundo no ha parado de fotografiarlos, de registrarlos por todos los medios posibles. Recuerda la novelista que, para Monseñor Belarmino Correa, ministro de la Iglesia Católica y quien se desempeñara como obispo en San José del Guaviare (capital del departamento) durante más de 40 años, el peor error de los gobiernos local y nacional con respecto a los Nukak, es que “los investiga, los analiza y hace muchos estudios de viabilidad sobre ellos, pero no da respuestas concretas a sus necesidades”.
Pero, ¿quiénes son estos Nukak que al mostrarse un día de 1988 en Calamar “desnudos, asustados y hermosos” como nos lo refiere Mariela Zuluaga García, maravillaron al mundo moderno? “Los Nukak”, en su Ruta del desarraigo la poeta -hija de la llamada “Puerta del Llano” (Villavicencio)- hace una sucinta descripción de la comunidad nativa que no gusta que los llamen “indios” o “indígenas”: “son un pueblo nómada de la Amazonía Colombiana cuyo territorio tradicional está ubicado en el interfluvio del Medio Guaviare y el Alto Inírida, al nororiente del departamento del Guaviare y al noroccidente del departamento de Guainía, región declarada reserva natural por el Ministerio del Medio Ambiente a través de la Resolución Ejecutiva No. 122 de 1989”.
HISTORIA DE NOVELA
Para Lilia Gutiérrez Riveros, poeta y presidenta de la Fundación “Poetas Sin Fronteras”, la novela “Gente que Camina” de su colega de letras Mariela Zuluaga García “atrapa desde el principio y toca los sentimientos más profundos de nuestro ser. Es la versión novedosa de ver la selva, de asumirla, de contemplarla, de olerla, de tocarla. Poder comprender a unas comunidades (los Nükaák) que saben dialogar con las formas vivientes de un territorio misterioso. Villavicencio y San José del Guaviare, serán la puerta de entrada al gran enigma de un territorio pocas veces explorado por la literatura. Toda la trayectoria de Mariela Zuluaga en poesía y narrativa sefiltra en esta filigrana convertida en novela que muestra al mundo una verdad que había permanecido tras el velo de la indiferencia y la apatía”.
Una delicia leer la crítica de René González-Medina a la novela "Gente que camina", se intuye la magistral plasmación de la relación hombre/mujer y naturaleza. Invitación ineludible a la lectura de esta novela que seguramente será única: Vida y exuberancia existencial en estado primigenio como un paraíso perdido al que se desea regresar.