“Una vía posible de Cooperación internacional”
Por. Sylvia Fucaraccio
El funcionamiento de toda organización requiere, para que su proyecto y razón de ser sean sustentables en el tiempo, generar fondos que permitan el desarrollo de sus actividades y la consecución de sus objetivos. Las maneras de realizarlo varían y se complementan. Las nuevas tecnologías han permitido en los últimos años procedimientos más dinámicos y eficaces. Pero en todos los casos existe un elemento que trasciende lo formal y fija bases sólidas para su desenvolvimiento: la confianza entre las partes.
Si volvemos sobre el caso de la Sociedad suiza de Baradero, del que hablábamos en anteriores encuentros, podemos historiar esta generación de confianza a través de un recorrido que lleva más de 25 años. A los primeros contactos informales entre suizos y argentinos, siguió la organización de la Asociación Baradero-Fribourg, herramienta básica en este proceso.
Los reencuentros familiares y de amistad constituyeron el lanzamiento. Desde 1991, viajes de delegaciones en uno y otro sentido recrearon lazos debilitados por décadas de distancia y de silencio. El intento de superar las barreras idiomáticas impulsó la creación de la Escuela de Lenguas y más tarde, el comienzo de los intercambios de estudiantes de francés y español, de los dos países.
Con el tiempo, los proyectos fueron más ambiciosos. Investigaciones históricas, con sus correspondientes ediciones bibliográficas en ambos idiomas, junto con exposiciones “gemelas”, recorrían las dos tierras en un ida y vuelta.
Colaboraciones para refacciones parciales de los sectores más dañados del viejo edificio sirvieron de prueba y ensayo en la gestión de los recursos y allanaron el camino para la presentación del proyecto de restauración integral de la sede. De las cuatro etapas planteadas, la segunda de ellas se encuentra prácticamente en sus toques finales, gracias al sostén económico fundamental del Cantón de Fribourg y de empresas y particulares suizos y argentinos.
Cada una de estas tareas representó un eslabón en la cadena de confianza, planteada a partir de una comunicación fluida, franca y horizontal, que ayudó a construir vínculos que sobrepasaron las barreras de lo institucional y sustentaron lo humano.
El camino hacia el museo
La Casa suiza presentó durante años la exposición permanente De los Alpes a las pampas, un recorrido de los primeros cien años de la historia de los suizos en Baradero. Un museíto hecho a pulmón y con escasísimos recursos. Hoy, en el marco de la restauración edilicia, el objetivo es convertirlo en una auténtica institución museal, en un espacio particularmente acondicionado, que sea terreno propicio para la generación de propuestas para la comunidad. Eso requiere contar con financiamiento pero también con una formación de las personas encargadas de su puesta en marcha y ejecución.
De tal manera, y también en base a la ayuda del Servicio cantonal de la Cultura, me encuentro por el término de tres meses, participando en la vida cotidiana de instituciones vinculadas a las áreas de patrimonio y museos en la región friburguesa para observar entre otras cosas, su organización, sus actividades, sus propuestas y sus formas de gestión para luego, poder pensar en formas de adaptación a nuestras posibilidades y recursos.
Cabecera de la bellísima región de Gruyères, la ciudad de Bulle sostiene económicamente las dos instituciones que constituyeron mi primer destino durante el mes de abril: el Musée gruérien y la Biblioteca de Bulle. Ambas entidades comparten su estructura organizacional y su presupuesto, además del hermoso edificio inaugurado en 1978, que cuenta con instalaciones acondicionadas adecuadamente sea para las personas (público y personal), sea para los materiales que componen su acervo.
Esta vez, te propongo contarte sobre la Biblioteca y dejar para la próxima el Museo.
Con espacios amplios, luminosos y acogedores, la Biblioteca –próxima a celebrar el centenario de su creación- cumple la doble función de atender al público general y las demandas de las escuelas de la región. Una afluencia permanente de personas circula en busca de materiales bibliográficos, diarios y revistas. Muchos disfrutan de la confortable sala de lectura. Otros retiran las obras. Siempre con el asesoramiento del dinámico y eficiente equipo de bibliotecarias.
Capítulo aparte, la biblioteca infantil y juvenil. Con una sala especial, el material al alcance de la mano de los chicos, debidamente clasificado y de acceso sencillo, con sectores que invitan a leer: rincones llenos de almohadones y plataformas para «tirarse» cómodamente y en medias. Territorio para deambular, probar, experimentar. Todo eso acompañado de propuestas de animación que impulsan el acercamiento al libro a través de juegos y de música. Cada actividad está dirigida a una franja de edad, desde Nacido para leer, destinada a niños de entre 0 y 4 años (Sí, leíste bien: los primeros destinatarios son bebés), hasta formas de intervención de adolescentes para conocer «la cocina» de algunas de las ofertas.
El área de biblioteca escolar colabora de forma estrecha con la actividad pedagógica a través de varias formas de interacción con los docentes. En algunos casos, éstos asisten con sus alumnos a la sala utilizando por su propia cuenta los materiales; en otros, son directamente las bibliotecarias quienes coordinan la tarea. Otra forma de intervención se da por medio de la preparación de maletas pedagógicas sobre demandas concretas, ofrecidas en préstamo a las escuelas por períodos determinados, con materiales que giran alrededor de un eje temático.
Tareas de extensión cultural con diferentes destinatarios, no sólo infantiles y juveniles, son llevadas a cabo de forma permanente, en buena parte de los casos en forma conjunta también con el Museo.
Pero, como ya te dije, eso te lo cuento en la próxima. Nos vemos.