CICLO DE CUENTOS CORTOS: El Circo

EL CIRCO
Autor: Chape Baker
Ilustración: Gabriela Canteros
El hall del hotel cinco estrellas parecía un velorio a la hora en que los productores anunciaban que se suspendía el espectáculo apenas un día antes del estreno. Anunciaban por teléfono la noticia a las radios y periódicos locales. Sin embargo la noticia no trascendió. Las tres mil personas que había comprado su boleto se reunieron en la carpa gigante para ver el show pero ni siquiera en la puerta de ingreso estaba el trabajador para controlar el ingreso. Se ubicaron en sus lugares sin inconvenientes respetando las ubicaciones. Uno de ellos casi de un modo hipnótico encendió las luces. Pasaron 15 minutos y José, un hombre solitario que se ubicaba en la primera fila decidió intervenir en la espera de la multitud. Pidió a la mujer que se sentaba a su lado que le cuidara el abrigo y tras consultarle si le gustaban las historias de animales bajó el pequeño peldaño que llevaba al círculo de tierra que era el centro de la carpa.
Allí el hombre contó una historia muy corta que dejó a todos con la boca abierta cerrando con un aplauso ensordecedor. Sorprendido con la respuesta de la muchedumbre, José saludó con su mano derecha en el aire, girando 360 grados volviendo al punto original encontrándose con Martita, una chica de apenas 12 años. Ella le habló al oído y él asintió con la cabeza. José presentó a viva voz a Martita anunciando que ella haría malabarismo con cuatros pelotas de goma que se hallaban en un rincón junto a otros objetos. Pasaron unos minutos y sin demasiada algarabía pero sin ningún error de la pequeña artista, aplaudieron la valentía de plantarse ante tantas personas. En consecuencia, una pareja de enamorados mostraron su audacia convirtiéndose en una vertical humana, estando la mujer arriba del hombre cabeza abajo sosteniéndose rígidamente con las palmas de sus manos. No lograron resistir ni 5 segundos antes de caer al suelo pero de todos modos se llevaron una cálida aceptación del público. Un hombre anciano tendió la mano de la niña, para darles lugar a su retirada y comenzar a contar una anécdota de cuando era muy joven y debió ir a Buenos Aires a un concurso de literatura con su colegio. Posteriormente una señora reveló sus recetas de cocina, un niño contó con un poco de vergüenza que deseaba ser astronauta y su amigo que lo acompañaba pidió perdón por no haber estudiado demasiado en el último examen que tuvo en la escuela y haber reprobado. Así fueron pasando decenas de personas a lo largo de dos horas. De modo unánime todos dieron por finalizado el espectáculo cuando José, el hombre solitario que había iniciado la larga trayectoria de historias y demostraciones, se paró nuevamente en el centro del círculo de tierra y agradeció a todos por su presencia.
Cada uno se levantó de su sitio recogiendo sus pertenencias para irse a sus hogares. Todos estuvieron satisfechos por el circo que había llegado al pueblo.

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