Por. Nahomi Martínez
PH: Enrico Fantin
Comenzamos con tres razones para delirar con el trasnoche jazz (de última hora) de Nuova Harmonia:
1. El gran Paolo Fresu
2. El gigante Chano Dominguez
3. En buenos Aires
Dicho esto, el resto que nos queda contar es la experiencia.
Un paro general sorprendía la agenda programada para la fecha más Jazz del interesante primer año de Italia XXI, la esperada cita con estos dos importantes representantes del género a nivel mundial, se veía pospuesta un par de días coincidiendo con la noche de Richard Bona en el mismo escenario, esa misma noche.
Si bien comenzó como una opción un poco forzada, terminó siendo muy atractivo disfrutar de cuatro horas de música de la más alta calidad interpretativa, a pesar del horario estimado para el virtuoso dúo de Jazz.
El consumo de Jazz en la Ciudad de Buenos Aires suele generarse en estos horarios pero en espacios en los que suele interrumpir algún sonido de cubiertos sobre un plato o conversaciones que no se hacen esperar entre mesa y mesa, a excepción del Festival de Jazz en el que los escenarios están dispuestos para una audiencia y una formación musical, el Jazz se desarrolla en espacios más interactivos y flexibles, que afortunadamente, mantienen vivas las fuentes creativas del mercado under interno generador de este exigente estilo y que a la vez, dan lugar a estos ciclos musicales tan valiosos.
Fresu y Dominguez comenzaban su noche en el iconico Teatro Coliseo con un visible agotamiento físico que se vio opacado en todo momento por la maestría indiscutible de cada uno y una simpatía hacia un público ansioso pero tranquilo.
La noche tuvo un delicado brillo y una interesante iluminación. Abundaron las palabras amables de Dominguez reiterando su amor y agradecimiento con el público y la ciudad, y nos sorprendía la selección del repertorio de Fresu que incluía un vestido y un amor de Fito Paez, entre otros temas de compositores latinoamericanos, incluido Oh qué será de Chico Buarque y la reconocida Rumba pa’ Jerry, trompetista y percusionista recientemente fallecido al que Dominguez regaló este tema cómo muestra de amistad y que forma parte del repertorio de Jazz de músicos de todo el mundo.
El italiano Paolo Fresu es uno de los más relevantes trompetistas de Jazz, para él como ejecutante de instrumento de viento/metal era más difícil controlar el cansancio, que requería además, el extra del esfuerzo mental que estos músicos deben tener a la hora de interpretar. La maestría de Fresu le permitió controlar al menos, la sutileza y prolijidad de su sonido, haciendo uso de lo más naturalizado de su técnica impecable aunque las proezas musicales y sus dinámicas no fueron exactamente las protagonistas, sin embargo, el dialogo con Dominguez, su pasión, sus trompetas, sus famosas intervensiones «percusivas» y electrónicas, fueron suficientes para quedar más que satisfechos esa noche.
Otra noche inolvidable terminaba más tarde que de costumbre, con una extraña sensación de cansancio y satisfacción ahogado en la interpretación deliciosa de estos genios innovadores que se entregan constantemente a su propia experiencia musical.