La que me habita de Gio Burgos Arenas

En el mundo poético, cada autor emprende un viaje muy introspectivos, único, propio que le lleva a explorar sus experiencias y emociones para darle vida a los versos que arropan los poemas que ven la luz como libros que podemos tener y disfrutar en nuestras manos.

Es así, como Gio Burgos Arenas, poetisa venezolana con un caudal interminable de palabras y sentido vuelca su acto de reflexión profunda y los libera poema tras poema en su ópera prima “La que me habita”.

Entre sus páginas, la poesía está viva, palpita y se desangra, se reconstruye y brilla incesantemente. Hoy, tenemos la oportunidad de compartir una entrevista exclusiva para Expertos en Arte FD Magazine, que realizamos a la autora de este poemario imprescindible.

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En el “pórtico” de tu poemario, mencionas “escribo, para explicarme, para entenderme, para salir de dentro y de fuera”. ¿Cómo consideras que te ha ayudado la poesía en tu proceso personal de autodescubrimiento? 

Cuando la poesía se me reveló me entregué a ella sin cortapisas, siempre lo digo con una convicción casi filosa, cortante: lo mío fue y es una total capitulación, no entiendo una forma más honesta de contarse y de describirse. Llega un punto existencial en que te haces consciente de una soledad que es muy tuya, de un vacío y de una plenitud que son muy tuyas también, y todo eso está ahí y necesita codificarse, necesitas organizarte por dentro y es en ese preciso momento donde la poesía te tiende la mano. Mis versos son sanguíneos, no soy consecuente con la letra tibia, me vuelco, me regurgito, pero me ordeno, así cuido de mí. Con la poesía se va contando y preservando el alma niña y el alma adulta. 

Además de poeta, eres abogada y docente universitaria, dos actividades profesionales que implican y requieren muchos años de aprendizaje y reflexión, y en este contexto, te hago dos preguntas: la primera, ¿en qué momento y cómo nace este interés por la poesía? Y la segunda, ¿cómo se entrelazan, -si lo hacen- estas dos facetas de tu identidad?

Me veo como una contadora de historias en versos y eso me lleva a lo que quizá pueda ser el momento y el cómo nace mi fe en ella. Fui lectora precoz, por lo que entré muy pronto a esas historias sagradas magistralmente confesadas en poesía por los grandes, oír los versos de Lorca y después leerlos te rompe los diques por ejemplo, pero no olvido durante un viaje con mis padres a Colombia, cerca de Bogotá, la revelación que fue para mí escuchar de niña, tendría unos siete años, la “Leyenda de Guatavita” recitada por niños de mi misma edad, aquello fue un parteaguas, contaban una historia, era poesía, tanto que aprendí las estrofas allí mismo corriendo tras los muchachitos que forman parte de la oferta turística del lugar: “Por el crimen de amar fue condenada y huyó con su pequeña buscando amparo…”.

Por su parte, los años de docencia me han enseñado a enseñar, ser profesora es aprender a comunicarse, es asegurarse de transmitir un mensaje que llegue y que eso te importe, no es un camino de una sola vía, un enunciar inanimado de ideas o conceptos, como la poesía, tiene que “decirte algo”, tiene que “tocarte”, de otro modo, no sería sino amontonar metáforas bonitas y descargarlas en un poema, una experiencia vacía. Transmitir e implicarse es el eje que transversa ambas facetas.  

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Desde el momento en el que surge alguna idea, sensación, sentimiento hasta que lo ves plasmado, ¿cómo es tu proceso creativo y tu proceso de escritura?

Siempre aparece una frase o una palabra concreta, incluso una imagen, que me repiquetea o me sobresalta, que me encuentra y me mide el ánimo, la dejo en mis notas y vuelvo sobre ella cuando ya me he escuchado, porque hay un momento en que te escuchas claramente, y es ahí cuando vuelves y escribes, puede ser el mismo dia o  algún tiempo después, no importa, además, ciertamente cada poema tiene vida y tiempo propio. Asociar el poema a una imagen (desde antes o después de escrito) me es fundamental, sea una fotografía propia o de profesionales, una obra de arte, necesito ese match para cerrar el proceso. 

Hablemos un poco sobre el poemario “La que me habita”, en esta selección de poemas se puede percibir un encuentro constante con elementos muy profundos de búsqueda personal y una delicada dualidad de sentimientos que parecieran amarse mientras están en conflicto, en este sentido, ¿cómo describirías las experiencias o emociones que exploras en tu obra, de dónde surgen y desde cuándo consideras que están en ti? 

“La que me habita” es la casa que soy, la maleta en la que me recogí dentro de mi propia tierra. Ahí están los versos desabrigados, esa estancia donde reside mi relación amorosa con la poesía de cada día, cuando abres esa puerta te encuentras con la fe y la convicción que signa la relación que tengo con ella… “Creo en la poesía como una mujer que vive en cada poeta. Creo en la memoria muscular de las letras, maravillosas, diversas, ondulantes y perfectas.” La poesía es mi sayo, la vestidura para unas letras que vienen desarropadas. Además, está esa aproximación por la orilla de mis orillas, esas no son otra cosa que las esquinas de mi narrativa personal, los versos del miedo, de la esperanza, de la rabia, de la terquedad y de la mañana resurrecta. La vida con sus incontables desproporciones y su belleza.

En tus poemas se puede encontrar de manera recurrente, imágenes muy hermosas en torno a la naturaleza, ¿de qué forma crees que influye el mar y el paisaje en tu escritura poética?

Desde pequeña el mar fue mi casa, todo lo hermoso de mi niñez sabe a mar:

“…como a mi madre, el mar también

me guardará las cenizas”.

Tengo una necesidad arrebatada por el verde, por la energía de los árboles que son mis arcanos mágicos. Cada día me urge el aire libre y por ello practico senderismo, el sol y los amarillos que todo lo pueden me causan asombro, siempre. Siento que el agua, las piedras y el río hablan. Esa dosis de “terredad”, que con tanta precisión nos regaló nuestro admirado poeta Eugenio Montejo, la necesito para sonreír y para escribir, sobre todo cuando la jornada viene opaca.   

En algunos poemas hablas de exilio, de pérdidas, ¿de qué manera consideras que la poesía te permite explorar y hablar de temas que suelen ser tan íntimos? 

El exilio en nuestro tiempo se volvió una cotidianidad inexcusable, dolorosa, presente, así que ya no es eludible. De hecho, se precisa darle palabras para que duela en plural y para potabilizar y descifrar sus efectos en este mundo pequeñísimo de cada uno de nosotros. La poesía aquí una vez más me dio un remedio, un auxilio. El nido vacío es una distancia que duele artera y sin horario, y de algún modo, asimismo, se equipara a la nostalgia y a la pérdida.

"La vida con sus incontables desproporciones y su belleza". Gio Burgos Arenas autoa de La que me habita.

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¿Qué consideras que es lo más desafiante al momento de escribir tu poesía? 

Mantener la coherencia y la honestidad. No es fácil, más allá de esos períodos en que las letras se apagan, que son fuertes, pero pasan y limpian, hay unos a los que temo sobremanera y es cuando tienes la tentación de volverte concesiva, de tener que agradar por un “fin superior”, esos son a los que más temo y me alivia sortearlos, en cada oportunidad, como hasta hoy, espero que sea una batalla ganada con la mayor dignidad posible. 

Nos compartes, por favor, un poema de tu obra que te gustaría que todos lean: 

Sin dudarlo, sería “Yo soy la luz” porque, a más de lo que el propio poema grita por sí mismo, fue escrito efectivamente a la luz de unas velas durante el terrible “apagón” que nos impactó y nos partió la vida como país, y esos versos son un testimonio, en primera persona, de que la manera más honrada para contar los pequeños fragmentos de la vida es la poesía:

Yo soy la luz.

¡No te atrevas a sospechar herejías!

Mis metáforas sublevadas

son solo una tentativa de liberación y asombro

—casi triste, casi diluida—

en la menguante generosidad de las velas.

Aun así, sé que soy la luz.

Insignificante y sin relieve,

involuntaria y extraviada,

por instantes ajena a los tránsitos del sol.

Ángel rebelde que custodia celoso

una flor en mi memoria,

el enfermizo temblor de un verbo urgente,

el grito de un adjetivo feroz.

El sanctasanctórum de una sola palabra.

¿Cómo se dice: «Dios» en una madrugada color de orfandad?

Hablemos un poco sobre tus distintos proyectos colaborativos, como codirectora de la Sociedad de escritores de habla hispana, ¿consideras que hay algún desafío en particular que esté enfrentando el mundo de la poesía o los poetas en la actualidad? 

@SocioEscritores es un poco la profecía que se hizo verdad a sí misma. Quienes la conformamos pensamos que la poesía crea comunidad. Somos de distintos países de habla hispana y nuestra gran apuesta es usar las redes sociales (X, IG) para ofrecer espacio y voz a la gente que necesita y quiere ser escuchada, leída. Ofrecemos nuestras dinámicas, que son propuestas asociadas a la literatura, a las artes y hasta a la gastronomía, para permitir a quienes nos acompañan el participar con sus letras, en micronarrativa o poesía y hasta poniéndole voz a sus escritos. Hay un talento bárbaro de poetas sin libro que nos asombra. Hay tanta gente que se sobrepone al miedo y comparte su vida y su emocionalidad con ingenio y honestidad. Todo ello termina creando lazos y la validación de que somos importantes entre nosotros. El desafío es usar las redes para abrirte espacio, poner tus letras allí. Igualmente experimentar con la autopublicación. 

Eres finalista del I Concurso Internacional de Poesía en honor a Aníbal Rodríguez Sánchez. Cuéntanos un poco sobre esta experiencia. 

Ese concurso me emocionó porque tenía como premisa honrar el pensamiento del bohemio desconocido y poeta venezolano Aníbal Rodríguez Sánchez y, al mismo tiempo,  dar difusión y reconocimiento a las voces de los poetas desconocidos que estamos en mi país. El poema que recibió mención, “No se beban mi lluvia”, es un poema muy mío, muy de mi terquedad, un manifiesto de sobrevivencia, y que haya sido reconocido lo sentí como un abrazo de ese país que amo y que tanto me cuesta tocar. 

Aparte de la publicación de este, que es tu primer poemario, ¿tienes algún otro plan o actividad como poeta durante el 2024?

El más inmediato es participar nuevamente en la 4.° edición del FEIPOLL (Festival Internacional de Poesía Letra Lúdica) abriendo el 2024, me honra y me emociona acompañar esta iniciativa generosa que va creciendo exponencialmente. 

Tengo dos poemarios que trabajo actualmente, muy distintos entre sí, pero me entusiasman a la par,  uno tiene que ver con el paso de ese transeúnte que es el amor en nuestra vida y el otro, son cuentos escritos o narrados en versos. 

Continuar reinventando SocioEscritores,  hay una responsabilidad en tener un espacio como ese, tanto para los escritores que lo conforman como para quienes participan y encuentran en nosotros su comarca en las redes, es importante cuidar la calidad y el compromiso de esa caja de resonancia. 

Un viaje para un abrazo pendiente y seguir viviendo tercamente en poesía.

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