STB: Es el catalizador en muchas ocasiones de lo que ocurre alrededor de los personajes. El nombre en sí aboga al recuerdo de una amistad que sobrevivió a la eternidad.
¿Qué temas personales o universales creés que atraviesan el libro y lo conectan con distintos lectores?
STB: En mi poca experiencia de vida, traté de sondear la nostalgia, el hacer justicia por mano propia, la decadencia de un entorno conflictivo, el amor perturbado, la violencia de género entre otras cosas que no hacen más que responder al correr beligerante de nuestros tiempos.
¿Cómo influye tu propia experiencia de vida en la construcción de las historias?
STB: En casi toda su totalidad, a lo largo de las cinco historias fui dejando pedacitos de mis vivencias, tratando de no perder ese toque irónico y en ocasiones incómodo que tanto me representa.
STB: Es difícil, cada crónica es casi que como un hijo en esencia. Dentro de las que más me identifico podrían ser por un lado «La Iglesia de los desgraciados» y por otro «La sombra dentro del espejo». Siento que en ambas historias tuve que sobrepasar límites emocionales que, afortunadamente, me ayudaron a conocerme más.
¿Qué otras formas de arte (cine, música, pintura) dialogan con tu escritura y te inspiran?
STB: Soy cinéfilo empedernido y amante de la música. Podría decirse que ambas figuras me acompañan desde que salgo de mi puerta a laburar hasta que regreso a la intimidad de mi hogar. Desde niño era de ver por horas películas en DVD al punto de en ocasiones aprender diálogos enteros.
¿Qué esperás que el lector se lleve después de leer esta segunda edición de Crónicas del Pez Rojo?
STB: Quisiera que vean el hermoso trabajo de edición y preparación como la dedicación impresa en cada letra o párrafo, dejé todo de mí en cada página y no tengo más que agradecer a todo aquel que lo lea.
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